viernes, 23 de noviembre de 2007

II

Continuación de Belleza Roja, con título provisional de momento, The Morning Never Came. Ya que estoy con vómitos cada dos por tres, no tengo nada mejor que escribir, aunque tenga que ser en pcs ajenos porque el mio ya ni se encienda... En fin.


Freyr se encontraba con un cliente. Empezó a reírse a carcajada limpia y diciendo una palabra en un lenguaje desconocido, millones de ciempiés cayeron encima del cliente. Había alguien más en la habitación, un ser semitransparente con pintas de una chica frágil que empezó a horrorizarse cuando vio la gran cantidad de insectos.
Y los ciempiés empezaron a carcomirle la piel.
-¿Por qué? Yo he venido en busca de tu ayuda.--gritaba el chico, mientras intentaba deshacerse de los bichejos.
-¿Te crees que soy tonto?--le contestó Freyr, mirándolo desde arriba, en un acto de superioridad--Me has mentido. No me has contado la verdad. Esa chica de ahí--y señaló hacia la silueta de mujer difuminada, similar a un fantasma--no es tu novia. Esa chica de ahí no está sufriendo porque fuese ultrajada por un desconocido. No está atada a este mundo porque cometiera suicidio y atentara con su vida por no poder soportar con ese acto despreciable.
Los ojos del chico se abrieron de par en par, a la vez que su boca. Freyr invocó a más ciempiés que fueron arrastrándose sobre su cuerpo hasta llegar a su rostro, introduciéndose en la boca del chico, ahogándolo.
-Esa chica está retenida en este mundo, porque el violador, fue la persona que más amaba en el mundo. Fue su propio hermano. Fuiste tú.
El chico intentaba deshacerse de los ciempiés, pero el dolor era insoportable y por más que escupía ciempiés, volvían el doble de ellos.
-Ella merece salvarse--prosiguió Freyr--tú no. No fuiste el asesino de una vida, si no la de dos.
El chico, al darse cuenta que había hecho que mataran a su propio hijo, empezó a llorar. Pero ya no había sitio para esas lágrimas, su cuerpo estaba completamente cubierto de ciempiés y poco a poco no quedaron más que los huesos.

El fantasma de la chica se acercó entonces a Freyr, y le habló entre sollozos.
-Esto... no me hace feliz. Yo no quería su muerte. Él era mi hermano, y yo... yo le quería!

Freyr estaba ya muy cabreado.
-¿Te viola, y aun así, lo querías?

El fantasma asintió con la cabeza.

-¿Y por eso te quitaste la vida? ¿porque le querías? Entonces reúnete con él.
Y en un chasquido, hizo desaparecer a la chica entre gemidos y gritos de dolor.
-El trabajo de hoy realmente me ha cabreado. Que se pudran en el infierno, aunque esto haga que mi condena en la tierra aumente en años.
Freyr fue hasta la puerta y recogió su capa. Se puso su sombrero de copa, y salió de la cafetería. Estaba seguro de que esa noche tendría que ayudar a alguien más, pero no esta dispuesto a arriesgarse a que le tocaran otra pareja de idiotas.


Alguien le estaba siguiendo. Lo había notado nada más salir del establecimiento. Pasadas unas calles, Freyr comenzó a estar harto de que alguien lo observara, y en el momento en que se giró, la sensación de estar siendo perseguido desapareció. Le habrá acojonado mi mirada, se preguntó a si mismo mientras volvía a ponerse en camino. Unos metros después, se encontró con lo que parecía ser una chica acurrucada en una esquina, tiritando de frío. Se acercó y se agachó, para estar a su altura. La chica tenía la cabeza hundida entre sus brazos y no paraba de sollozar. Una de sus manos agarraba una pistola.
-¿Intentas suicidarte?--le preguntó Freyr--Porque si es así, vas a perder todo interés para mí.
La chica, extrañada de que alguien le hablara, levantó la cabeza y le miró perpleja.
-Ni siquiera sabes los motivos.
-Sorprendeme. O mejor, déjame adivinar. Todas las adolescentes sois iguales. ¿Te ha dejado tu novio? ¿Has sacado malas notas? O dime, ¿sigue de moda el suicidarse?
-Me han violado.--la chica se levantó poniendo en su cabeza el revólver.--Una y otra vez, la misma persona. Me persigue.
Freyr sintió que la había cagado. No estaba acostumbrado a lidiar con problemas de personas no sobrenaturales, además venía bastante mosqueado del caso de la parejita de hermanos.
-Me siento sucia viviendo así, dejando que él haga lo que quiera conmigo.--rompió a llorar--Lo peor de todo, es que sé que si quiero puedo acabar con todo esto, que no tengo porque dejarme atropellar. Y sin embargo... Lo mejor es apretar el gatillo.
-No.--Freyr se percató de que volvía a estar siendo observado. ¿Y si no era él a quien lo estaban siguiendo?
Freyr agarró el brazo de la chica y apuntó en dirección contraria.
-No te mates a ti misma, tan solo mátalo a él.
E hizo disparar el gatillo, haciendo caer al suelo a la persona que los estaba observando.
-Solucionado.--Freyr le sonrió al a chica.-¿Te apetece un croisant? En mi cafetería los tenemos muy buenos, y hacemos un delicioso café.--Freyr le tendió la mano.

La chica lo cogió por ella, y empezaron a caminar hacia la cafetería. Hasta ese momento, Freyr no se había percatado de su largo cabello rubio. Tenían un aroma que le traía recuerdos.
-¿Cuál es tu nombre?
-Minerva.
Freyr se quedó paralizado. Era el vivo retrato de su bella Minerva. El pelo no lo tenía tan rizado y los ojos eran un poco más oscuros, pero seguía siendo el mismo rostro, el mismo aroma, incluso la misma esencia.


Pues nada. Cuando vuelva a tener un ratito en otro pc ajeno, ya continuaré la historia. Pero leedla, coño!


martes, 13 de noviembre de 2007

Belleza Roja - I -

Inaugurada queda esta cosa. A ver quien se lee lo que escriba :_

Empiezo con algo que escribí por abril del 2005, que lo presenté al concurso de Sant Jordi y gané. La primera vez que escribía algo y de la que realmente me sentía orgullosa. Me gustó.

Hold me near, unravel the stars
As I speed through the heavens
Speed through the night
For you are my blade and my rope
Your are my, you are my lethe...
~Lethe, Dark Tranquillity~



Todo el mundo necesita ser escuchado alguna que otra vez. Pero hay personas que no pueden abrirse a cualquiera, necesitan el consejo de una persona especial, de alguien capaz de comprender todo el ser de la persona. Ese es el trabajo de Freyr, un dios desterrado al mundo de los humanos, condenado a ayudar a las mentes perdidas que no consiguen encontrar el rumbo de su vida. Freyr llevaba en el mundo de los humanos casi dos siglos y había vivido muchas vidas. Actualmente Freyr era el dueño de una respetable cafetería del centro de París, famosa por sus deliciosos croisants. De noche, la cafetería Des vampires abre sus puertas solo a aquel que tiene la mente turbia y perdida, que busca desesperadamente deshacerse de sus problemas y preocupaciones. La última persona que cruzó esa puerta llevaba horas y horas andando por la calle a altas horas de la madrugada. Era un hombre de unos veinte años aparentemente, de piel muy pálida, con el cabello largo y oscuro, vestido con una capa de terciopelo rojo, y un elegante traje negro. Cuando pasó por delante de la entrada de la cafetería, la puerta se abrió por sí sola, dejando sonar la campanilla de la puerta. Sin pensárselo dos veces, entró. En una de las mesas estaba sentado Freyr, tomándose un delicioso café. Levantó la mirada hacia el ser que acababa de entrar, sin dejar de remover ni tan siquiera un segundo su café y le sonrió. Freyr era alguien de apariencia amable y de sonrisa amigable. Dicen que la cafetería siempre está llena de chicas guapas gracias a su sonrisa. El hombre se quedó mirando su sonrisa allí pasmado sin decir nada hasta que Freyr se levantó, apartó una silla y le indicó que se sentara a su lado.
-Te estaba esperando.
Freyr volvió a sentarse. Era alguien que actuaba de forma muy educada, y siempre vestía de forma elegante, casi siempre sin separarse de un sombrero de copa negro y una capa del mismo color. El hombre se quitó su capa y la dejó en el respaldo de la silla donde luego se sentó. Echó su cuerpo un poco hacia delante y cerró ambas manos apoyadas en la mesa.
-¿Quieres un café?
Freyr le volvió a dedicar uan sonrisa. El hombre sacudió con la cabeza.
-Oh... Ya veo. Tú no puedes... Perdóname si le he ofendido ofreciéndole café.--Freyr volvió a sonreír.-¿En que puedo ayudarte?
El hombre esperó un poco antes de contestar, parecía estar inquieto e inseguro.
-Quiero acabar con mi eternidad.
-No eres el primer vampiro que quiere acabar con ese sufrimiento. Aun así, problema es fácil de solucionar. Puedes recoger un poco de leña y echarla en esa chimenea de allí, tírate y yo mismo me encargaré de recoger tus cenizas y esparcirlas una vez te hayas lanzado al fuego.--Freyr bebió un poco del café.--Delicioso.
-Si la solución fuera tan fácil no hubiese venido hasta aquí.
Freyr lo miró atentamente.
-Y bien... ¿Por qué no me cuentas entonces lo que realmente quieres?
El hombre dio un golpe encima de la mesa.
-¿No hay ninguna forma de poder volver a ser humano?
-Vuestra especie no se cansa nunca, ¿Verdad? No hay forma alguna de volver atrás. No puedes volver a ser humano. Además, tú te convertiste en eso por propia voluntad.
Y el dios tomó otro sorbo de su café. El hombre pareció irritarse y alzó el tono de su voz.
-¿Cómo sabes tú eso?
-Para algo echo la cartas. Sé como empezó y también como va a acabar. Tu nombre es William, fuiste un aristócrata muy respetado en la sociedad francesa de la época del Rey Sol. Una noche conociste a un joven llamado Nicolas, te dejaste embriagar pos su belleza y aceptaste la eternidad que él te entregaba. ¿Te cansaste de ella? Pues haberlo pensado dos veces.--y se terminó de beber su café.--Es una pena que no puedas probarlo...
William se echó la manos sobre la cabeza y empezó a llorar. No obstante, de sus ojos no salía nada más que sangre.
-Venga venga, así no vamos a ir a ninguna parte. Cuéntame la verdad.
El vampiro levantó la mirada hacia la de Freyr.
-¿Debo entregarle la eternidad a ella?
-Vamos progresando. Pero hay una cosa que no he entendido. Según una carta, hay dos personas, ¿me equivoco?
-Solo hay una persona. Verás, todo empezó poco después de haberme convertido en lo que soy. Era alguien al que le encantaba jugar con mis víctimas antes de darle la muerte, así que a menudo acudía a fiestas de la alta aristocracia. Fue en una de esas fiestas donde la conocí. Helena. La bella Helena. Una chica alta, esbelta, de piel pálida y ojos azules. Su larga melena dorada iba siempre recogida en un lazo rojo. Acostumbraba a vestir con elegantes vestidos de encaje y zapatitos de cristal. La deseé. Deseé hacerla mía. Quería que fuese mi víctima.
-Y siguiendo el tópico de vuestra patética existencia, no fue vuestra víctima.
-No. No pude matarla. Todas las noches iba a verla a su balcón y le dedicaba poesías de amor. Ella me amaba. Yo la amaba. El único problema es que jamás llegaría a estar con ella. un buen día, en busca de alguien para saciar mi sed, encontré una chica exactamente igual a ella, aunque algo mayor. Sin pensármelo siquiera, la seducí. Y a ella sí la maté, me sacié de su vida hasta que el corazón se le detuvo. Cometí un grave error. A la noche siguiente, cuando fui a visitar a mi amada, estaba de luto. Había muerto su hermana y yo había sido su asesino.
Freyr se levantó hacia la barra y sacó un croisant. Cogió un plato y se sentó en la mesa.
-Y haciendo honores a su poca sinceridad, no le contó lo ocurrido a Helena.
-No. Ella se entero por sí sola. Yo seguía visitándola todas las noches. En una de ellas la invité a la casa que solía habitar. Le ofrecí champán y yo mientras tocaba sus piezas favoritas en el clavicordio. Le conté lo que realmente era, le ofrecí la eternidad junto a mí, y aceptó. Me acerqué a su cuello y aspiré su aroma. Pero cuando iba a abrazar su vida ella me arrebató el medallón que colgaba de mi cuello. Ella abrió el medallón y entre lágrimas me gritó "¿Sabes de quién es el retrato que hay en el medallón? ¡Soy yo! ¡Mi hermana llevaba consigo siempre una foto mía!" Y se alzó la falda de su vestido para sacar un puñal que llevaba escondido en el liguero. Mi estupidez superaba los límites y había cometido otro error más. ¡No pude resistirme a llevar una foto suya colgada de mi cuello! Y ella me amenazó con el puñal, yo pensaba que iba a matarme y entonces me abrí de brazos para que lo hiciera. Pero en vez de matarme, me dijo "soy incapaz de matarte, pero tampoco puedo seguir a tu lado" y ante mis narices y sin poder hacer nada, se degolló el cuello.
-Sí, realmente tu estupidez sobrepasa los limites humanos...--susurró Freyr a la par que daba un mordisco a su croisant.--Entonces debo interpretar que la segunda persona, es su reencarnación.
-Exacto. Y me recuerda. Me sigue amando. ¿Debo ofrecerle la eternidad?
Freyr siguió comiendo su croisant, y entre bocados le dijo:
-¿Dudaste la última vez que se la ofreciste?
-No.
-Entonces no dudes ahora.--Freyr miró la hora en su reloj de bolsillo.--Aún tienes tiempo antes de que amanezca.
William sonrió y se levantó de la silla corriendo a salir por la puerta.
-De nada.--musitó Freyr antes de volver a hincar el diente en su croisant y terminarselo por fin. Entonces se levantó, recogió su sombrero de copa y se puso su capa para luego salir del local.
-De todas formas, yo ya sé como va a terminar toda esta historia.--y Freyr sonrió.
William había llegado al puente donde le esperaba Helena. Y allí estaba ella, de la misma forma que él la había descrito antes. William corrió hacia ella y la estrechó entre sus brazos.
-Helena, hoy por fin sellaremos nuestra unión por toda la eternidad.
-Sí.--le contestó ella, y también lo abrazó. Entonces, de una de las mangas de su vestido, deslizó un puñal. William se percató y se apartó de ella.
-Helena... ¿Qué pretendes hacer con eso? ¿Qué está pasando aquí? ¡No entiendo nada!
-¿De verdad te creíste toda esa historia estúpida de una reencarnación? Tan sólo te seguí el rollo para vengar la muerte de mi hermana.--Helena le enseñó una fotografía--¿Te suena esta cara? ¡Fue tu víctima hace seis meses!
William se echó a reír.
-Otra vez... Otra vez lo mismo. Está bien, mátame. Esta vez me matarás.
William la agarró por la muñeca y la aceró a él.
Mátame!
La muchacha empezó a temblar y a sollozar.
-No... No puedo.
Y William la apretó con más fuerza.
-Mírame a los ojos. ¿Puedes ver lo que realmente soy? Un monstruo... Tan solo soy un monstruo que ha matado a tu hermana.
-Helena dejó caer el puñal al suelo, y se abrazó a William.
-No me importa nada. Hazme tuya, por favor. Conviérteme en alguien como tú.
William le besó en la frente y la tiró al suelo. Se agachó para recoger el puñal del suelo y lo puso contra su pecho.
-No. Esta vez pagaré por mis errores. Me concedieron una segunda oportunidad, y la he desaprovechado también. Supongo, que es mi naturaleza de monstruo.--y se hundió el puñal en su pecho.--Cuando me haya desangrado por completo, quémame.
Y William se desplomó en el suelo, mientras su no-vida iba apagandose por segundos. Quedó tendido con una enorme sonrisa en los labios. Dos hileras rojas caían por sus mejillas. Una belleza roja resaltando en una tez pálida. Helana se acercó a su lado y se apoyó en su pecho ensangrentado.
-Era mentira... Era mentira que no recordara nada.--y besó sus frios labios. Entonces recogió el puñal y se lo puso sobre su pecho.
-¿Estás segura de lo que vas a hacer?
Freyr le preguntó a la muchacha.
-Es la única forma eterna de estar junto a él.--Y Helena sonrió.
-Es una verdadera pena, no podrás probar los croisants de mi cafetería.--Freyr le devolvió la sonrisa.
-¿Sabes? Hay seres que con tan solo mirarnos a los ojos, nos enamoran, aunque sean verdaderos monstruos...--Y Helena se clavó el puñal en el pecho, cayendo sobre su amado muerto.
Freyr entonces se volvió a la esquina desde donde había espiado la escena y sacó una garrafa de queroseno con la que roció ambos cuerpos. Cogió una cerilla del bolsillo de su pantalón y los incendió a ambos.
-Sí. Tienes razón. Yo soy uno de esos seres.
Freyr le dio la espalda a los dos amantes muertos, que ahora ardían y se dirigió a su cafetería. Allí se puso a buscar entre los cajones y sacó una vieja fotografía de mujer. Una mujer bella y de amplia sonrisa. Era de piel pálida, y resaltaban sus dos ojos verdes. Su cabello era ondulado y largo, de color castaño. La mujer estaba posada encima de la rama de un árbol. Freyr la observó con tristeza y musitó:
-Mi bella Minerva... Algún día te encontraré. Cueste lo que cueste... Pagaré por haber dejado que te enamorarás de un monstruo como yo.
Freyr volvió a guardar la fotografía en el cajón. Había escuchado a lo lejos la campanilla. Otra alma vagabunda en busca de consolación.
-Espero que ésta al menos pruebe mis deliciosos croisants.


Abril '05. - Arisa -